lunes, enero 29, 2007

Muerto en vida

“Desde aquella primera vez que la vi todo fue encanto, aquellos ojos claros, su sonrisa cautivante, su cuerpo moldeado, su simpatía encantadora. No lo pensé dos veces y me jure que iba a ser mi esposa. Un solo inconveniente se me atravesó en el camino, era la novia de mi mejor amigo, la verdad nunca me importo, vez que su mirada conjeturaba con la mía el tiempo sé detenía las estrellas iluminaban el entorno y hacían que aquel encuentro fuera maravilloso e interminable. La llegue a soñar tantas veces que su rostro lo esculpía en unas migajas de pan, era tanto mi amor que todo se transformo en lo peor, en una pesadilla al borde de mi abismo.
Ella termino con mi amigo y yo junto a mi maldita vergüenza no hicimos nada cuando sus ojos me miraron y daban una señal de actuar. Con el tiempo nos dejamos de ver, yo tratando de olvidarla sin poder hacerlo me aleje de todos y decidí ser una especie de ermitaño sin amigos. Fue así como escribí infinitos versos, como la dibuje mil veces en las murallas, como la oí estando solo. Cuando estos sueños, dibujos, frases y sonidos tomaron los patrones de la locura decidí salir y buscarla. Pero todo comenzó mal, nadie sabía nada de ella, hasta que de a poco fui juntando pistas y ahí estaba ella, bajo tierra, había muerto de pena buscándome al igual como lo estoy yo ahora, un muerto caminante.”

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