viernes, junio 16, 2006

Angel Guardian

Desde niño me sentí especial, sentí que debía ayudar a la gente, pero nunca quise hacerlo, pues amaba la vida y creí que esta me amaba a mí, sin embargo en un segundo esta me abandono y así yo abandone a mis noches de juerga y a esa vida de desenfreno, siempre pensé que después de la vida no había nada, pero fue un hombre de barba blanca y túnica blanca el que me enseño que había algo después de la vida, este me dijo que volvería al mundo de otra manera, que tendría en mi cuerpo un par de cambios y que tendría poderes sobrehumanos que debía utilizarlos para a la gente ayudar.

Una vez en la tierra y en mi casa dentro de mi cama me di cuenta que poseía unas enormes alas y las cuales debía ocultar, lo logre hacer por una semana, al momento de mis padres descubrir esto dijeron que era un engendro del demonio y cuantas cosas mas que procure no escuchar, en ese momento decidí salir y a la gente ayudar, al pobre le di comida, al rico le enseñe la felicidad, al parapléjico lo hice caminar, al sordo escuchar y al mudo hablar, todos los días me sentía bien conmigo mismo y dios me amaba, las cosas se me estaban dando como nunca antes fue. Continué con mi misión, al anciano le di un lugar de tranquilidad, al niño uno donde jugar, y al joven donde estudiar. Al suicida le di razones para vivir y al engreído le demostré que era mejor la humildad. La gente me amaba, me decían que era su ángel guardián, me hicieron un reportaje en la TV y una escultura en la plaza de armas, me sentí distinguido y especial. Seguí mi camino, al ladrón le enseñe a trabajar, al militar a no matar y a los presidentes a hacer la paz. El mundo en completo me amo, mi nombre se escuchaba corear por todo el sistema solar, pero como siempre, los problemas han de llegar. El pobre ya no se conformaba con el pan, el rico quería vender su felicidad sin saber que precio dar, el parapléjico sin sillas de ruedas ya no podía mendigar, el sordo quería todo escuchar y el mudo quería cantar. Comenzó así mi depresión y dios ya no me acompañaba, el anciano quería el paraíso, el niño siempre quería jugar mas, y el joven se quería drogar. El suicida ahora quería matar y el engreído decía ahora ser la humildad. La gente me comenzó a odiar, la escultura la apedrearon y ya no era popular. El ladrón volvía a robar, el militar a matar y los presidentes se olvidaron de la paz. Así me presente ante dios para devolver mis alas y sus poderes sobrehumanos, y así exigirle despertar en mi misma cama y por fin todo olvidar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muuyy bonito!!!