Los rios llevan sangre,
Las gargolas vuelan la ciudad,
Los edificios arden,
Las mujeres desnudas,
Yo camino sudando con una cerveza en la mano
No es el fin del mundo,
O quizás lo sea,
De pronto comienza a llover,
Pero tampoco es lluvia,
Es dios, ese gran cura que nos manocea desde el cielo,
rociando todo con su agua bendita,
Maldición estuvimos tan cerca de conocer el paraíso,
Y todo vuelve a la horrible apatía de siempre.
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