Añoro esa infancia casi perdida,
En que los recuerdos son cada vez más lejanos y aletargados,
Ya casi no recuerdo el sabor del queque de la abuela,
Ni la fragancia de las tardes bajo un parrón cargado jugado veinte y seis.
El té tomado desde el platillo,
La limonada con miel cuando estaba resfriado,
La comprensión de los abuelos pese a cualquier maldad cometida,
Los tallarines de los viernes,
Escuchar tango todos los sábados
Ó cuando más pequeño ver el futbol sentado abajo de la mesa.
La nostalgia viene cuando las cosas nunca volverán.
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