sábado, julio 30, 2011

En esté rincón

Quiero dejar la pena en este rincón hermana mía,
Quiero parar el tiempo por un instante,
Dejar todas las preguntas sin respuestas de lado,
Para mañana despertar y seguir caminando.
Recorrer las calles y plazas donde caminamos juntos.
Pero ese Sábado en que cerraste los ojos, no te fuiste para siempre,
Estas conmigo en cada mañana, en cada caminata y en cada abrazo recibido.
Es tas presente más que nunca, en los perros de mi pasaje, en el deambular de la fania,
En la videoconferencia con el rodrigo, en la sonrisa de león, en el discutir con daniela.
Si tu Muriel eres alegría y goce, eres conversar y discutir, eres amor, eres cariño.
Me niego a creer que al cerrar tus parpados nos hayas dejado solos.

miércoles, julio 27, 2011

Enseñanos

Enséñanos a despertar por la mañana y no preguntarnos el por qué pasan las cosas.
Y así dejar de repasar lo acontecido
Ensáñame a no llamarte una vez por día y encontrarnos por la tarde en el chat.
A copuchentiar de los amigos
Enséñenos a volver a brindar con los amigos.
Festejando por tu vida eterna
Enséñame hermana querida a seguir caminando el camino ya trazado.
Ese en que éramos felices y no dejábamos de cantar.
Enséñanos como forjabas el fierro sin dejar tu hermosa femineidad.
Con una sierra y una mirada coqueta
Enséñame a pasar las penas bailando,
Cantando y riendo
Enséñanos una última vez tu bella sonrisa,
Mostrándonos el camino de los inmortales.

Bandera de luto (Adaptación de pablo de rocka)

Aquí, en este vértice, Muriel, hago un abismo,
trazo un vacío imponente, paro mi vida.
Aún escucho crujir la naturaleza y el corazón
de tu madre, aún veo el sonido de mundo, de tiempo que se derrumba, de sol, de mar, de luz partida
de la última gota de aceite alcanforado, aún siento
que la pequeña lengua lame la eternidad ensangrentada.
Olorosa y campesina de estatura, alegre como
los ganados.
Ahora te come la tierra, más glotona que tú,
hija mía, niña mía, Muriel, y yo te lloro.
Eres toda una mujer, Muriel.
Tus ojos, sonrisa y simpatía que quebraron los vientos de la muerte en tu frente de veinte y ocho
años, y era como una gran tempestad, arrasando
pinares de noche, tu actitud agonizante.
Morías como un héroe del absoluto.
Fuerte, libre, gloriosamente cósmico, el dramatismo te agrandaba las entrañas.
Hoy aromo de albahacas de Chile tu memoria.
Oh! amiga mía, Muriel, bebo mi jarra de espanto a la s a l u d d e t u alma , y t e c o n s a g r o
Maria Carvajal, a quien tú, Muriel Amaranta Kraljevich Chadwick, entristeciste “por los siglos de los siglos”, con tu alegría incalculable.